MADRID, 13 Oct. (CulturaOcio) -
Monstruo: La historia de Ed Gein, la nueva entrega de la antología creada por Ryan Murphy e Ian Brennan, vuelve a inspirarse, como ya lo hicieron sus predecedoras, en los crímenes reales de asesinos en serie. Pero hay un personaje que muchos se preguntan si también existió en la vida real: la criminal nazi Ilse Koch. Una mujer, encarnada en la serie por Vicky Krieps, que fascinó a Gein por su perturbadora representación en unos cómics y sus atroces actos.
Y, aunque es cierto que la serie de Netflix se toma no pocas licencias al trasladar algunos elementos de la historia de Gein a la pantalla, lo cierto es que tanto Isle como los cómics que Ed devora con los ojos fueron reales.
Conocida como "la zorra de Buchenwald", Margarete Ilse Köhler se unió al partido nazi en los años 30 y, posteriormente, se casó con el comandante de las SS Karl-Otto Koch, de quien tomó su apellido. Aunque nunca tuvo un cargo como tal en el campo de concentración de Buchenwald, Ilse era muy temida allí, donde los supervivientes la recuerdan por su atroz trato hacia los judíos.
Pero su crueldad no acaba ahí: en los juicios de Núremberg se presentaron fragmentos de piel humana tatuada que, según los testimonios, habían sido usados por Ilse para crear pantallas de lámparas, guantes y tapas de libros. Además, se hallaron también restos de huesos y dedos momificados guardados como trofeos o elementos decorativos.
Tras la derrota nazi, Ilse Koch fue arrestada y juzgada por crímenes de guerra. Aunque inicialmente no fue condenada por falta de pruebas, acabó siendo sentenciada a cadena perpetua. El 1 de septiembre de 1967, se suicidó a los 60 años, colgándose en prisión con sus propias sábanas.
EL HORROR SE TRASLADA A LOS CÓMICS
Años después, diversas editoriales sacaron provecho de la conmoción que podía generar los atroces actos perpetrados por los nazis publicando representaciones sexualizadas y sadomasoquistas de sus crímenes. Estas encontraron su propio público, que tenía fetiches perturbadores relacionados con este tipo de narrativas. Dado que la Comics Code Authority, encargada de regular el contenido el contenido de los cómics en Estados Unidos, no se creó hasta 1954, no se impusieron restricciones en un primer momento y criminales de guerra como Ilse Koch eran retratados como retorcidos objetos de fantasía.
Conocer los atroces actos de Koch a través de estos cómics conmocionó a Gein, en cuyos crímenes puede entreverse esa fascinación. De hecho, en su tramo final la serie muestra que cuando Ed es detenido y sentenciado a pasar toda su vida recluido en un centro pisiquiátrico, inmerso en sus delirios esquizofrénicos, fantasea con mantener conversaciones con Koch a través de una radio. En realidad, tal y como muestra posteriormente, esas conversaciones las estaba teniendo con su psiquiatra.
El asesino no solo acabó con la vida de varias personas, sino que sus crímenes iban más allá, llegando a profanar tumbas para robar cadáveres de mujeres con los que elaboraba horripilantes artefactos: muebles forrados de piel humana, cuencos hechos de cráneos de personas e incluso partes de un "traje de mujer" hecho también con piel humana.
Esta fascinación de Gein con la representación sexualizada de una mujer podría también estar relacionada con las férreas enseñanzas que su madre le inculcó. Profundamente religiosa, le transmitió una marcada preocupación por mantenerse "puro" y la noción de que todas las mujeres eran malvadas.
En palabras del propio Ian Brennan, cocreador de la serie, "esta es la [temporada] que aborda de forma más directa qué ocurre cuando ves cosas horribles". Así, señaló en una entrevista concedida a The Hollywood Reporter que Gein "veía imágenes y se obsesionaba con ellas" hasta el punto de no poder dejar de verlas.
"Todo empezó con todo lo que salió del Holocausto, que el personaje de Vicky [Krieps] retrata de forma tan brillante, simplemente los horrores de la banalidad de lo que ocurrió en los campos de concentración nazis. Y no podía quitárselo de la cabeza", explicó.