Así resucita Black Phone 2 al terrorífico Raptor y estos son sus nuevos poderes - UNIVERSAL
MADRID, 25 Oct. (CulturaOcio) -
Ya está disponible en cines Black Phone 2, secuela de la exitosa película de terror de 2021 dirigida por Scott Derrickson. Aunque la primera parte terminó con Finney (Mason Thames) sometiendo a su captor y rompiéndole el cuello, la continuación revela que la muerte no fue el final para el Raptor, el terrorífico personaje interpretado por Ethan Hwake.
Ambientado cuatro años después de los acontecimientos de la anterior entrega, así es como el largometraje ha recuperado a su emblemático villano y estos son sus nuevos poderes.
((ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS))
La película despeja pronto la duda fundamental: el Raptor sí que está muerto y en el infierno, que se representa no como la imagen clásica de un reino de fuego, sino como un paisaje gélido. Ese infierno frío le arranca lo que le quedaba de humanidad y deja sólo sus pecados, que se manifiestan como poder. Así, desde esa dimensión helada consigue proyectarse de nuevo hacia el mundo de los vivos como un espectro de rencor puro movido por un único motor: la venganza contra Finney.
Este cambio de naturaleza marca una gran diferencia de las características y potencial del antagonista entre la primera parte y la segunda. En Black Phone, el villano, aunque depravado, era un hombre que exhibía debilidades, se le intuían ritmos y fallos, y su violencia tenía un componente psicológico. En la secuela, en cambio, el personaje ya no actúa como un depredador humano, sino como una entidad que irrumpe en sueños, acecha desde la sombra e impone reglas propias.
El primer aviso del regreso del Raptor llega desde el territorio de las visiones cuando a Gwen (Madeleine McGraw), que ahora también es sonámbula, el timbre del teléfono la guía hasta el sótano donde Finney estuvo retenido. En ese espacio, escucha de nuevo llamadas que no deberían existir y ve al asesino descendiendo por las escaleras. La irrupción de Finney la despierta a tiempo, pero nada de lo que está por venir es casual porque este suceso es la primera pieza de un plan que el espectro ha puesto en marcha desde hace años.
La investigación de los hermanos y de Ernesto, amigo de Finney y hermano de Robin Arellano, la víctima que ayudó decisivamente al protagonista en la primera entrega, los conduce al campamento de Alpine Lake, en las Rocosas. Se revela que El Raptor trabajó allí de joven y que fue, precisamente, donde cometió sus primeros asesinatos. Los cuerpos de los tres niños nunca fueron recuperados, pues permanecen bajo el hielo, y mientras esos cadáveres permanezcan ocultos el espectro extrae poder de ellos. Son sus anclas.
Por eso su radio de acción se expande cuando Finney, Gwen y los Blake llegan al campamento en pleno temporal. La cercanía física a los cuerpos no hallados multiplica su fuerza, pero cada descubrimiento que los protagonistas consiguen le resta potencia. Esta es la ecuación esencial de la secuela, donde los cuerpos escondidos equivalen a más poder del villano y los cuerpos recuperados al debilitamiento del espectro.
El teléfono continúa siendo el símbolo central. En la primera película, los chicos muertos se comunicaban con Finney a través de un aparato desconectado y, además, se sugería que el personaje de Hawke también oía su timbre. Estos aparatos se convierten aquí en una vía de ataque, pues el villano usa los teléfonos como conductos para hacerse oír y, sobre todo, invadir el espacio onírico de Gwen, que ha heredado las habilidades psíquicas de su madre.
En los sueños, el espectro no sólo aparece, sino que dirige. Puede reconfigurar la pesadilla, recrear recuerdos y obligar a revivirlos con un propósito punitivo. La lógica recuerda a la de Pesadilla en Elm Street, pues si daña a Gwen dentro del sueño, su cuerpo en el mundo real también sufre.
Fuera del ámbito onírico el Raptor no se corporiza, pero la película detalla varias interacciones materiales que se vuelven más intensas cuanto más cerca está de sus anclas, pues consigue encerrar a Finney en una cabina telefónica, corta la luz de la oficina del responsable del campamento, hostiga con bolas de nieve de apariencia demoníaca y fractura el hielo y provoca daño físico real cuando su poder está en su punto máximo, es decir, a pocos metros de los cuerpos ocultos.
La relación del espectro con los espíritus de los niños asesinados es ambivalente. En ocasiones, los manipula como proyecciones para cercar a Gwen y conducirla hasta él; en otras, esos mismos chicos se rebelan y ayudan a los protagonistas. La película sugiere una distinción tácita entre las apariciones generadas por el villano y las presencias auténticas de los niños, que conservan su bondad y pueden enfrentarse a su verdugo.
La secuela subraya que el plan del Grabber no cristaliza de inmediato tras su muerte. Le toma años reforzar su alcance, en parte porque necesita que Gwen y Finney se acerquen a Alpine Lake. Sus irrupciones iniciales en Denver son limitadas, es la llegada al campamento lo que amplifica su capacidad hasta el punto de atacar a plena potencia.
En cuanto a cómo se le derrota, cuando por fin se localizan y rescatan los tres cadáveres de Alpine Lake, el espectro colapsa. Incapaz de sostener su ofensiva, es encerrado en un barril y hundido en el mismo lago donde ocultó a sus primeras víctimas. El cí