El atroz final de La Casa del Dragón 1x10, explicado: Niños montando dragones
El atroz final de La Casa del Dragón 1x10, explicado: Niños montando dragones - HBO
Actualizado: lunes, 24 octubre 2022 18:59

   MADRID, 24 Oct. (CulturaOcio) -

   "Entonces estalló la tormenta y danzaron los dragones". Con esta frase George R.R. Martin da el pistoletazo de salida en su novela Fuego y Sangre a la guerra civil entre los Targaryen, la infame Danza de los Dragones. Algo que, tal y como era de esperar, ha tenido lugar en el décimo y último capítulo de la primera temporada de La Casa del Dragón, que ha culminado con una gran muerte que marca un punto de no retorno tanto para los Verdes como para los Negros.

((ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS))

   El episodio final de la serie de HBO, titulado La Reina Negra, arranca con Rhaenys llegando a Rocadragón para comunicar a la princesa Rhaenyra la muerte de su rey padre Viserys y la traición de los Verdes que, encabezados por los Hightower, han coronado ya a su hermanastro menor Aegon como nuevo rey.

   A pesar de que todos, especialmente su tío y esposo Daemon, la animan a responder de forma beligerante ante la traición que supone obviar la sucesión marcada por Viserys, que la señaló a ella como heredera del Trono de Hierro, el personaje Emma D'Arcy intenta buscar alternativas al conflico. Y, si no hay más remedio que ir a la guerra, quiere saber exactamente de qué lado está cada casa.

   Precisamene con este propósito ha enviado a sus hijos, a lomos de sus dragones, como mensajeros para tratar de ganarse el favor de los nobles que aún no se han declarado a favor de Aegon II (Tom Glynn-Carney). Con Rhaenys (Eve Best) patrullando el Mar Angosto en su dragón Meleys, Rhaenyra envía a su hijo mayor y heredero Jacaerys (Harry Collett), primero al Nido de Águilas para conseguir el compromiso de la prima de la madre de Rhaenyra, Lady Jane Arryn, y luego al norte, hasta Invernalia para hacer llegar su mensaje a Lord Cregan Stark. Su segundo hijo, Lucerys (Elliot Grihault), de 14 años, parte a Bastión de Tormentas a lomos de su aún bastante pequeño dragón Arrax.

   Allí deberá entregar su mensaje y pedir el apoyo de Lord Borros Baratheon... que ya tiene visita. Y es que Aemond Targaryen, el segundo hijo de la reina Alicent y hermano de Aegon II, ya está allí junto a Vhagar, la colosal dragona por la que, antaño, perdió un ojo al reclamarla precisamente a manos del entonces más pequeño incluso Lucerys Velaryon.

"¡DAME UN OJO O TE LO ARRANCARÉ YO, BASTARDO!"

   Tras burlarse del joven y volver a tildarle de bastardo delante de Lord Borros, Aemond le exige a Luke que le dé un ojo para saldar su antigua deuda. "Quiero que te arranques un ojo como pago por el mío. Me basta con uno... no quiero dejarte ciego. Me gustaría regalárselo a mi madre", le dice el temible Targaryen quitándose su parche y lanzando un puñal a los pies del aterrado adolescente.

   El joven se niega y afirma que su madre le ha enviado hasta allí como "mensajero, no como guerrero". "¡Dame un ojo o te lo arrancaré yo, bastardo!", dice iracundo Aemond al que solo frena la orden de Borros, que se niega a que su castillo se convierta en la zona cero del conflicto, en el lugar en el que un Targaryen derramó la sangre de otro.

   Presto, el joven Luke sale del castillo para montar rápidamente en su dragón Arrax que está desorientado y extremadamente nervioso por la tremenda tempestad y, sobre todo, por los temibles rugidos de Vhagar, la bestia alada más grande de Poniente. El joven, aún un inexperto jinete, ve como le cuesta que su dragón obedezca sus órdenes.

   Tal y como era de esperar, al poco tiempo de iniciar su vuelo de vuelta a Rocadragón, Luke comprueba que su tío le sigue a lomos de su monumental dragona. Su única opción es escapar, ya que sabe ni dragón ni jinete son rivales para sus perseguidores. Tras jugar al gato y al gato y al ratón con su sobrino, Aemond recibe respuesta por parte de Arrax, que lanza una llamarada sobre Vhaghar que hace que la colosal bestia verde se descontrole por completo... y no obedezca a su jinete.

   Algo parecido sigue ocurriendo con Luke, que a pesar de sus esfuerzos tampoco logra que su dragón obedezca todas sus órdenes. El instinto de superviviencia en la batalla de las bestias es más fuerte que el control que sobre ellas tienen sus aún inexpertos jinetes. Y es entonces cuando llega lo que ni siquiera el cruel y letal Aemond parece que quería, pero que una vez iniciada la cacería era inevitable: Vhagar sorprende a sus presas en un ya despejado cielo y engulle con sus enormes fauces a dragón y jinete. Lo hace ante la mirada atónita del tuerto príncipe Targaryen, que tiraba desesperadamente de las riendas en un intento absolutamente inane de frenar a su bestia.

UNA MUERTE DIFERENTE EN LOS LIBROS

   Todo indica, por tanto, que el sádico Aemond no quería matar a su sobrino, sino solo asustarlo y humillarlo... al menos en la serie. Ya que en los libros no es para nada de esta forma. Así relata George R.R. Martin en Fuego y Sangre la muerte de de Lucerys Velaryon y su también joven dragón Arrax a manos de Aemond y Vhagar:

   "Se había desencadenado una tormenta. Los truenos sacudían el castillo; llovía a cántaros, y de vez en cuando, enormes relámpagos de un blanco azulado iluminaban el mundo como si fuera de día. Era un mal clima para volar, hasta para un dragón, y Arrax luchaba por mantenerse en el aire cuando el príncipe Aemond montó en Vhagar y partió en su pos. De haber estado el cielo más calmado, el príncipe Lucerys podría haber huido de su perseguidor, pues Arrax era más joven y rápido, pero 'aquel día era tan negro como el corazón del príncipe Aemond', dice Champiñón, por lo que los dragones convergieron en la bahía de los Naufragios. Los que observaban desde la muralla vieron ráfagas de fuego a lo lejos, y oyeron un grito por encima de los truenos. A continuación, las dos bestias se enzarzaron en el cielo hendido de relámpagos. Vhagar era cinco veces mayor que su rival, además de una veterana curtida en cien batallas; si hubo pelea, no debió de ser muy larga".

   Un pasaje en el que Martin se deja claro que no fue un acciente. De hecho, a continuación enumera diversos modos en los que, según las leyendas y habladurías, el príncipe Aemond se ensañó con el cadáver de su sobrino: "Arrax cayó destrozado y lo engulleron las aguas azotadas por la tormenta de la bahía. Su cabeza y cuello llegaron a la orilla, bajo los acantilados de Bastión de Tormentas, tres días después, convertidos en banquete para cangrejos y gaviotas. Champiñón asegura que el mar también arrastró el cadáver del príncipe Lucerys a la costa, y que el príncipe Aemond le arrancó los ojos y se los presentó a lady Maris sobre un lecho de algas, aunque parece demasiado excesivo para ser verdad".

   En todo caso, accidente o asesinato lo único cierto es que con uno de sus hijos engullido por un dragón enemigo, ni las proféticas enseñanzas de su padre ni su noble intención de sumir Poniente en una devastadora batalla por el trono importan ya: Rhaenyra irá a la guerra. Los dragones danzarán... y arrasarán con todo.

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