30 años de Twin Peaks, la joya infinita de David Lynch y Mark Frost

Laura Palmer en Twin Peaks
Laura Palmer en Twin Peaks - ABC - Archivo
Publicado: miércoles, 8 abril 2020 22:31

   MADRID, 8 Abr. (CulturaOcio - Israel Arias) -

   Un chivirín de cola oscura, un cartel de bienvenida, las cataratas, los árboles, la música de Angelo Badalamenti y... el resto es historia. Tal día como hoy, un 8 de abril, pero de 1990 el bueno de Pete Martell descubría junto a la orilla del 'Black Lake' el cadáver de Laura Palmer envuelto en una cortina de baño.

   Con esta imagen, concebida como si estuviera predestinada a convertirse en icono pseudoreligioso, arrancaba el fenómeno: la cadena ABC estrenaba el capítulo piloto de Twin Peaks, el arcano de David Lynch y Mark Frost que, 30 años después, sigue siendo una pieza de arte catódico infinita e indescifrable.

   Este infame crimen, y su posterior investigación conducida por el agente del FBI Dale Cooper -Kyle MacLachlan en uno de los personajes más geniales que ha dado la televisión-, puso patas arriba el pueblo ubicado al noreste del estado de Washington, cerca de la frontera con Canadá, que siempre había vivido tranquilo bajo la atenta mirada del sheriff Harry S.Truman -imperdible también Michael Ontkean-.

   La muerte de Laura desató una auténtica revolución dentro y fuera de la pequeña pantalla. Y es que, mientras las pesquisas de Cooper destapaban el lado más oscuro de Twin Peaks y de sus habitantes, sacando a la luz -en algunos casos literalmente- sus demonios internos, la inaudita propuesta de Lynch y Frost abría la puerta a un nuevo tipo de televisión y con ella también a una nueva especie de espectador: el yonqui del rompecabezas. Un 'esperante semanal' adicto a teorizar en cada plano sobre significantes y significados y a recorrer -sin miedo a las siempre volubles reglas y ritmos de la serie- retorcidos caminos que, normalmente, no llevan a ninguna parte.

   Y eso, en aquellos años previos a la era Internet, es decir, sin redes sociales ni interminables foros de Reddit para especular al abrigo de la comunidad virtual, en aquellos años de la emisión lineal en los que el REC del mando a distancia del VHS era el único salvavidas posible al que agarrarse para sobrellevar los próximos siete días, era la mejor prueba de la devoción ciega que era capaz de despertar la criatura de Lynch y Frost.

EL REGRESO Y LOS DOS GRITOS

   Devoción que se volvió a poner a prueba en 2017, cuando Twin Peaks regresó, al fin, con una fascinante tercera tanda de ¿capítulos? en los que el desconcierto, y el desasosiego, se amplificaban de forma gozosamente autoconsciente para llevar su chirriante embrujo más allá de las fronteras del pueblecito de los dos picos.

   Un regreso en el que se desató, ya sin ningún tipo de corsés, el juego de los doppelgngers y todo eran ya habitaciones rojas y logias negras y blancas pobladas por enanos, gigantes y árboles parlantes. Y de ahí para arriba. O para abajo. Nada encajaba pero todo parecía estar en su sitio en 18 hipnóticas horas del mejor cine de aquel año en las que un Lynch felizmente desbocado se dio el gusto de volver a poner a bailar a Sherilyn Fenn (el último baile lo tenía reservado para Bunbury), de recuperarse como Gordon Cole para compartir planos con su musa Laura Dern (oh, Diane) y de convertir al entones recientemente finado David Bowie en una tetera... también parlante, claro.

   Un regreso solo apto para militantes en el que sueño y vigilia se superponen, complementándose o contradiciéndose a capricho mientras arrinconan la (siempre sobrevalorada) coherencia narrativa.

   Promotor de más preguntas que respuestas, este indómito viaje a la vísceras de lo 'lynchiano' terminaría con dos gritos, uno lacerante y otro helador, no sin antes dejar para la posteridad un gran hito: su apabullante octavo ¿capítulo? Un estallido absolutamente deslumbrante y abrasador.